"Mis primeras experiencias laborales ocurrieron muy temprano en la Bolsa de Comercio de Santiago, entre 1979 y 1989, donde viví la experiencia con la adrenalina de la rueda que desataba el “telepregón”, su ambiente de gritos y percepciones muy estimulantes, promotor de reacciones rápidas para comprar y vender. Esa situación, ya inexistente, te moldea una capacidad de análisis y conducta muy especial en los negocios, y de alguna manera en la vida".
La evolución natural fue hacia el trading de productos agrícolas y a un nivel internacional. La primera actividad fue la compra e importación de soya para la industria de alimentación humana y animal:
"Vi oportunidades en nuestros países vecinos: Paraguay y Bolivia. Pude conocer sus mercados en profundidad y establecer excelentes conexiones que me llevaron a formar Cox Trading en 1984.
Con Bolivia especialmente, nuestros volúmenes de comercio bilateral eran menores, había una oportunidad en ello. Trabajamos intensamente en darle una institucionalidad a esta relación a través de la formación de la Cámara de Comercio Chile-Bolivia de la cual fui fundador y primer presidente”.
“Nos interesaba lograr importar aceite desde Bolivia, a mediados del 90, en el marco de la ALADI, Asociación Latinoaméricana de Integración, que establece cuotas y facilidades para algunos países como Bolivia. Lograr imponer esta opción, en el aceite por ejemplo, nos significó tener que enfrentar competencias desleales y juicios de comercio y aranceles con Aduanas de Chile. Fuimos acusados de romper las reglas del comercio local, de las bandas de precio que eran proteccionistas claramente.
La solución se obtuvo por el lado menos pensado. El Jefe Regional de Aduanas fundamentó su resolución en contra nuestra en la obediencia debida hacia su Director Nacional, hecho que sentaba un precedente con implicancias en los juicios sobre derechos humanos. Un académico de la jurisprudencia vio esta implicancia y la hizo notar en un informe en derecho. Ello desataba una situación muy compleja para el Estado de Chile. Finalmente, convocamos a la Comision de controversias de la ALADI; la cual, en último término falló a nuestro favor.
“Corría la segunda mitad de los 90, nuestro negocio estaba firme en los commodities, éramos los principales importadores de azúcar de caña en el país. El año 2002 fuimos promotores de la modificación de la ley azucarera que redundó en la eliminación progresiva de las bandas de precio y ello significó llevar este producto a un valor de mercado de beneficio para toda la población.
Y añade, “ El espacio de comercio masivo tenía mayor volumen pero menor rentabilidad. Decidimos transformar la empresa en sociedad anónima como Cox y Compañía S.A. ya establecidos en dicha estructura, dimos un paso adelante: decidimos entrar en la innovación”.
La empresa renovada vio todo el proceso de la diferenciación como un camino hacia el desarrollo de nuevos productos en la línea de la alimentación saludable. Así fueron naciendo nuestros aportes en sales bajas en sodio, mantecas no-trans y aceites omega tres.
“Mantenemos sin embargo nuestra principal actividad en la importación de azúcar, la cual concentra un alto porcentaje de los negocios. Hemos desarrollado capacidades logísticas reconocidas en el mercado y nuestros clientes nos lo agradecen. Desde ahí estamos lanzando nuevos productos como la sal sin sodio No-Na en alianza con el Laboratorio Chile, pronto tendremos aceites omega tres enriquecidos y endulzantes de bajas calorías con azúcar light”.
La facturación de Cox y Compañía S.A., crece a un promedio cercano al 30% anual y ha ido desde los 30 millones de dólares en 2008 a los 41 millones en 2009 hasta los 53 millones en 2010. Las proyecciones para 2011 se acercan a los 68 millones de dólares. En las nuevas líneas de productos la rentabilidad será mayor, y ella será traducida en mejor desarrollo e innovación.